¡Halloween!

Las cosas no nos iban bien y nuestro abuelo sentenció un día: «Aquí hay un Insbut». Empezamos a buscarlo por la casa. Debíamos descubrirlo, acorralarlo, quemarlo enseguida y decir: «Insbut». Sospechamos de una baraja vieja, de un retrato, del taburete del baño, del canario… Fue triste la tarde que quemamos al canario y también la noche en la que arideron mis juguetes. Pero, por más que dijimos «Insbut, Insbut», nada pasó que cambiara nuestra suerte. El abuelo ordenó: «Seguid buscando». Ya casi no quedaban muebles en la casa. Se puso enfermo y murió a los pocos días. Rezamos por él, lloramos mucho, y cuando nos entregaron sus cenizas, mi madre murmuró con rabia: «¡Ha sido el Insbut!» Como un eco repetimos: «Insbut, Insbut». Desde entonces las cosas mejoraron.

—Cristina Fernández Cubas

Explore posts in the same categories: Relatos

Deja un comentario